Tamara Salgado De Lara

Bohemia y soñadora


A veces cuando cierro los ojos, aún puedo sentir el aroma a jara que traía aquella brisa de la madrugada, aún puedo sentir los abrazos de mi abuela y el canto del gallo... El olor a pan frito por la mañana, los destellos del sol en los cristales de la caravana. El campo, los animales, las señoras lavando la ropa alrededor de un viejo lavadero, el señor que cada mañana traía el pan. Mi infancia, la etapa, sin duda, más feliz de mi vida, en un pequeño campin, rodeada de naturaleza y bajo las faldas de mi abuela y mi madre. En nuestra caravana, aún veo a mi abuelo invitándome a bombón helado, allí no había preocupaciones, al menos para mí...
Con los años tuvimos que partir, creo que fue la primera vez que puse un pie en la realidad. Luego ya, lejos de aquella infancia, me formé para ser técnico de jardinería, supongo que de alguna manera era mi forma de devolver a la naturaleza todo lo que me había regalado. Seguí mi camino, siempre mi familia por bandera. Con los años aquella gran mujer que me crió y formó, me tuvo que dejar, antes de tiempo a mi parecer, nunca hubiese sido suficiente para mí, no me bastaría una vida entera para agradecerla todo lo que hizo, dio y sintió por mí. Mi novela se basa en Granada en honor a ella, pues no tuvo Granada hija más grande que mi abuela. Siempre tuve dificultades para la lectura, sin embargo, un sentimiento especial para expresarme. Tras varios estudios y pruebas, resulté ser disléxica. Simpática contradicción, ¿cómo puede escribir alguien que casi no puede leer? sintiendo. Y aquí estoy diseñando jardines, sueños, emociones y sintiendo todas y cada una de las cosas que realizo, a mi manera.
Nunca dejes que ningún muro te frene por alto que sea, no dejes de soñar.

@bohemiadelara        #nodejesdesoñar

 
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